En los bajos del Museo arqueológico de Córdoba hay un teatro romano, apenas restos del graderío y de las piedras que no se llevaron. La inventiva racional se encarga de reconstruir aquel espacio hoy ocupado por una plaza y un palacio.
Frente a aquel monumento que no pueden contemplar mis ojos, se alza otro pasado arquitectónico que recordamos porque hemos sido sus testigos: la tienda de ultramarinos convertida en restaurante, el bulevar que desapareció, el campo transformado en la M30, el arrogante scalextric de Atocha, el estadio de fútbol demolido…
Este pasado reciente es para nuestros hijos un relato que brota de nuestros recuerdos, de nuestras descripciones emotivas, pero para nosotros se trata de un tiempo que, a diferencia de aquel otro tiempo histórico, nos ha permitido convertirnos en Historia.