Siempre me pregunto lo mismo: ¿Quiénes son? ¿Cómo fueron sus vidas? Ellos no sabían que en ese instante mismo de la foto estaban siendo destinados al pasado. Setenta años desde entonces. Miraban atentos a la cámara –tres, al menos, lo hacían con sus gestos fríos o serenos–. Otros posaban distraídos o indiferentes en el momento de esa materialización.
Me encontré la foto en Facebook, fijada por algún nostálgico, y noté enseguida que yo también viajaba en ese autobús de 1954, cuando ni siquiera había nacido. Una vez escribí que «todos estamos condenados a convertirnos irremisiblemente en una fotografía». Así será cuando alguien, desde otro futuro, nos observe en el hombre del sombrero, en el descaro cruzado del abrigo, en la señora del bolso negro o en el niño que se asoma curioso a la ventanilla.