DENTRO Y FUERA

A veces, se necesita un refugio donde pensar el mundo, un cubil a ojos de la cámara, rodeados de la naturaleza que nos recuerda quiénes somos. En ese pacto vegetal y geológico asumimos nuestra minúscula figura nacida en serie, pero nos tomamos en serio nuestra andadura a través del tiempo y de los seres.

La botella de sidra sobre la mesa nos recuerda que podemos rellenar los vasos, o bien, en la calma persistente del instante, dejarlos en su vacío y cotidiano reposo.

Quizá, tras la foto, pongamos un pie fuera del tonel y el paisaje se transforme en un eco de nosotros mismos.

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