Necesitamos comer, beber, mear, cagar y dormir. No podemos pasar de estas cinco necesidades elementales. Si fuéramos perfectos, las habríamos superado. La imperfección se incrementa con el asedio de las enfermedades. Nos invaden, nos debilitan, nos diezman.
Luego llegan la envidia, el miedo, el dolor, la violencia, el fanatismo, el egoísmo…
¿Valdría la pena convertirse en un mecanismo perfecto? ¿Existe un dios así? ¿Es el dios inventado un robot o un androide?
¿Qué nos sobra? ¿Qué nos falta para llegar a la perfección absoluta?
¿La deseamos?
Amigo José, te veo enredado entre el realismo el idealismo el pesimismo y en la duda y eterna pregunta de la posibilidad de la perfección humana. Muchas preguntas en un exquisito resumen. Este mundo es un sin Dios. Sólo la belleza tiene cierto sentido. Un abrazo.