Es de noche (la foto se empeña en llevarme la contraria) y el Moldava se abre como una grieta luminosa y enorme en el centro de la ciudad. Carlos IV, al que conocí cuando hacía mi tesis doctoral, dispuso construir el puente que hoy es un trasiego constante de hormigas callejeras que observo desde el castillo.
En Praga hablan los edificios, conversan las piedras erectas o inclinadas del cementerio judío y desfilan los apóstoles embobados del reloj astronómico. También Juan Hus nos recuerda el triste destino humano entre las llamas inquisitoriales que lo abrasaron.
He venido a Praga para convertirme en la epidermis de Praga, en caminante nocturno que transita por la plaza Wenceslao, que fue rectángulo arenoso y medieval de caballos. He venido a Praga para decirle a Kafka que su busto futurista se metamorfosea con la luz de la mañana.
Estoy en Praga y, aunque me he ido, aún no me he ido.
Praga y su historia, Praga y su vida, Praga en la memoria, en un puente en que confluyen la modernidad y el pasado, Praga que impresión tengo de tu recuerdo valga hoy, alguien lo ha removido
Praga en la amistad. Gracias, Virgilio.
Como de costumbre recuerdos historia, literatura, nostalgias… belleza de la palabra. Un abrazo