La vida entera se abría paso delante de sus gorras mientras su vejez aniñada ponía sus pupilas frente a la cámara del fotógrafo. Nunca supieron que tú o yo los observaríamos algún día del siglo XXI y que nos preguntaríamos por el enigma y la suerte de sus biografías. ¿Qué hicieron después de la foto? ¿Acaso cambiaron las sonrisas y las poses por un trabajo de conserje de fincas urbanas, de peón caminero, de mozo de cuerda o de ayudante de tipógrafo?
¿Y quiénes de los que somos hoy descendemos de ellos? Tal vez llevemos en nuestros ojos sus ojos; en su mirada pícara, nuestra mirada curiosa; en sus catorce cuerpos asentados sobre la tierra, los millones de células de nuestras identidades.
Jamás imaginaron que el tiempo los transformaría en un artículo publicado en internet, en un recuerdo sosegado de cómo la existencia se va apoderando de todos nosotros.
La imagen fija de un momento y un cierto contexto histórico puesta en movimiento a través de la dialéctica de la palabra elevada a la categoría literaria y enriquecida por una alegórica conexión biológico -existencialista. Magnífico aperitivo.
Un aperitivo, Julián, que nos estimula a la reflexión. Gracias por tus palabras.
Siempre acertada tu prosa aunque no sepamos de dónde venimos ni a dónde vamos.
O, si acaso, dentro de cien años, nos quedaremos. Quizá pueda vencerse la muerte.
Nuestras Identidades están constituidas y atravesadas de una suma indefinida de Otredades…
no hay más que darnos cuenta de cómo la misma palabra «Nosotros»
está indicando expresamente el hecho de que quien habla o escribe no se encuentra solo,
sino entre «otros», sin los cuales como bien dice Mafalda:
«si no fuera por todos, nadie sería nada»
o como afirma José Agustín Goytisolo en «palabras para Julia»:
«Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada…
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente».